Mi vida parece un erial. Flor que toco se deshoja. Y veo que estoy empezando a segar mi dolor para que tú lo recojas. Siento que no me queda corazón para otra bala de plata. En llano y liso, significa que prefiero que sufras tú y ser yo el amor que mata. No me he vuelto fría de repente: me he helado a fuego lento; aunque a ti te parece que soy la peor malinterpretando a la mala del cuento.
Me he vuelto un gato negro, a base de fuego y mala suerte, que sólo quiere perderse entre las sombras que separan el día y la noche. Inútil para calentarnos, como carbón mojado y enojado. Soy una arritmia de desilusión en un corazón hace tiempo desahuciado.
Aunque tú no te das cuenta, los martes y jueves ya no peleo hasta el final porque siempre me canso antes. Y no me quedan ganas de amor. En todo caso, de amantes.
Debo confesar que drogué a Morfeo con el hastío de aquellas últimas conversaciones. A la mañana siguiente me desperté siendo una declarada enemiga de los sueños y una ferviente partidaria de las acciones.
Lamento mucho ocasionarte dolor, si es que te duele todavía. Por favor, despídeme de tu esperanza y pídele que se cuide. Aquí se me acabó el licor y la energía.
PD: Soy más feliz en mi erial si soy yo quién corta las flores.
PD: No te quedes mirando atrás.
PD: Por favor, no llores. «.
Poema: BORRADOR DE UNA DESPEDIDA, incluido en ‘Sin mirar atrás: una introspección poética’ (Amazon, 2015 ), escrito por Alicia Armas ( @dobleapunto ) |
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